viernes, 14 de diciembre de 2007

PETRÓLEO: 100 AÑOS DE SU DESCUBRIMIENTO, UN DESFESTEJO Y UN COMPROMISO MILITANTE

Se acerca el 13 de diciembre y se cumplirán 100 años del descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia No hay nada para festejar y mucho por lo que luchar. De ejemplo seguido por todos los países del mundo, pasamos a ser el modelo a no seguir; y lo peor es que persistimos en mantenerlo. Valen, en pos de clarificar el tema y en homenaje a algunos y desprecio a otros, formular estos breves comentarios históricos.

En 1810 los argentinos nacimos como Nación y nos quedamos con las potestades y bienes que pertenecían a España que estaban administradas por los virreyes dentro de un régimen unitario; entre ellos el subsuelo; regían las Ordenanzas de Nueva España. Posteriormente, a instancias organizativas y como consecuencia de la Revolución de Mayo aparecieron las provincias. Todos los gobiernos posteriores a 1810 – Triunvirato de 1813, Estatuto Provisional de 1817 y el Estatuto de Hacienda y Crédito de la Confederación Argentina posterior a la sanción de la Constitución de 1853, entre otras- ratificaron la vigencia de las normas heredadas; es decir, la propiedad nacional del subsuelo y la potestad de administrarlo. Recién en 1875 con Roca se sanciona el Código de Minería entregando el subsuelo a las provincias y prohibiendo la actividad minera del Estado; pero también es Roca quien avizorando los abusos de los privados y la indefección estatal, sanciona la Ley de Tierras Fiscales. En ese momento existían sólo catorce provincias; quedaron para la Nación los extensos territorios nacionales; entre ellos la Patagonia. Desde ese momento, las autorizaciones para explorar y explotar eran concedidas por las Provincias o la Nación, según su ubicación territorial.

Si miramos hacia 1907 la primera conclusión que podemos sacar es que estamos peor. Tal aseveración surge de observar que un conservador como Figueroa Alcorta, apenas descubierto el petróleo en Comodoro Rivadavia e impedido de aplicar el Código de Minería, utilizó de inmediato la Ley de Tierras y reservó para el Estado Nacional una extensa zona aledaña al descubrimiento. No fue una resolución que salió de improviso, sino de una convicción sobre las características estratégicas del petróleo que se estaba formando en la élite gobernante, especialmente por lo que sucedía en los EEUU y en Europa. En especial, Jorge Newbery y la Armada Nacional fueron quienes más se ocuparon del tema. Figueroa Alcorta –un conservador más lúcido que los actuales que nos gobiernan ininterrumpidamente desde 1989, marcó el inicio de una política que siguió en vigencia hasta 1989.

Con diferencias significativas, que incluyeron avances y retrocesos, quienes sucedieron a Figueroa Alcorta desarrollaron políticas acordes con el criterio de considerarlo una materia prima-poder. La creación de la Dirección del Petróleo de Comodoro Rivadavia (Roque Saenz Peña), antecesora de YPF, que fue creada en 1922 por Hipólito Yrigoyen, quien definió las grandes líneas; subsuelo exclusivamente nacional, monopolio estatal-nacional de explotación, “no exportarlo y convertirlo en metálico”, en sus palabras” y “dedicarlo al desarrollo de nuestras industrias”, expropiar todas las concesiones privadas vigentes. Alvear con su Ministro Le Bretón designan a Mosconi al frente de YPF y éste, ante el freno del Senado a la Ley de Nacionalización y Estatización, les pide y obtiene la anulación de las concesiones y permisos otorgados anteriormente, que cubrían casi íntegramente el territorio nacional, hecho oportunamente denunciado por el Ing. Huergo. La gesta histórica ypefiana culmina con la toma del mercado de los combustibles líquidos en 1929 por parte de YPF, vigente hasta hoy pero con otros beneficiarios de las ganancias y con objetivos estratégicos determinados por el Reino Borbón. Es un hecho que Mosconi e Yrigoyen consideraron el 9 de Julio económico, que otorgaba vida al 9 de Julio político de 1816; además, suprimía la remisión al exterior de las utilidades, “que tomaban el camino del mar” en términos mosconéanos Mosconi, y eliminaba el precio internacional dejando la potestad de fijarlos en el gobierno nacional.

Posteriormente, merecen destacarse la creación de los Fondos Específicos Viales por parte de Justo y de los energéticos por decisión de Perón, quien además creó Gas del Estado y Agua y Energía Eléctrica, le aprobó a Canessa la socialización de las tarifas y la expropiación de las empresas extranjeras de gas; la inclusión del Art. 40 en la Constitución Nacional de 1949, a instancias del coraje de Sampay y Mercante -que se animaron a contradecir a Perón que se oponía a su sanción- que nacionalizó el subsuelo y los servicios públicos; la Ley de Hidrocarburos de Frondizi que consideraba al subsuelo en la esfera de la Nación y otorgaba el monopolio de la actividad a YPF; la anulación de los contratos desarrollistas concretada por Illia en 1963, quien concretó también la creación del Impuesto al Crudo Procesado y el incremento de los Fondos Energéticos destinado a las grandes obras hidroeléctricas; el mantenimiento de la propiedad nacional del subsuelo sostenida por la actual Ley de Hidrocarburos de 1967 (nº 17319), son los hechos positivos más destacables. Entre los negativos tenemos el derrocamiento de Yrigoyen con el consiguiente encarcelamiento y separación de Mosconi de la Dirección General de YPF; el contrato de Perón con la Standard Oil de California, los contratos de Frondizi, la derogación del monopolio de YPF y la inclusión de los contratos de concesión por parte de Onganía en la Ley 17319, el brutal endeudamiento externo de YPF y la creación y potenciación del empresariado petrolero nacional durante el Proceso. Interesa destacar que en esos tiempos, siempre la defensa de los intereses nacionales privó sobre los hechos negativos.

La captura de la renta generada por el petróleo permitió, hasta 1989, dotar al país de una petrolera pública modelo en el mundo, que también fue una empresa cívico-militar civilizadora; zonas despobladas y abandonas fueron colonizadas por YPF, siendo la Patagonia el ejemplo más significativo. Su accionar nos dejó con 40 años de reservas de gas y 20 de petróleo, con el 60 % de la población accediendo al gas natura por redes; con criterios sociales en los servicios públicos que permitían para todos la accesibilidad y la permanencia y donde ningún argentino se moría de frío, con una extensa red vial nacional y provincial, con obras hidroeléctricas de envergadura, con empresas estatales financiadas como los FFCC y Aerolíneas; con planteles de técnicos de primerísimo nivel y un desarrollo científico y tecnológico de avanzada.

El vendaval privatizador y desregulador del justicialismo de Menem y Kirchner significó el retorno a las políticas de Roca y Avellaneda, pero con una mayor extensión territorial: a través de las provincia las multinacionales de apropian de los yacimientos hasta su extinción y se violan las normas legales regulatorias con el complaciente aval del Gobierno Nacional, constante recitador de un progresismo cosmético de nula credibilidad, que jamás ha tocado los fundamentos del modelo energético neoliberal. Todo el ahorro petrolero de varias generaciones de compatriotas pasó a precio de oferta a manos de los trusts internacionales del petróleo; la renta dejó de invertirse en el país y tomó el camino del mar, como entes de 1929 y volvió al cuento del precio internacional. Lo peor es que desde 1989 las fuerzas reaccionarias han derrotado a las progresistas y no se avisora un cambio positivo de tendencia. Nos acordamos de la poesía de Calderón de la Barca: “Vinieron los sarracenos, y nos molieron a palos, Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos”.

Del saqueo de los últimos 17 años, deviene la desinversión y de ésta la crisis energética integral que estamos padeciendo, cuya solución requiere la concreción de inversiones gigantescas. La discusión actual pasa por establecer quien las paga: a) o el petróleo, que para ello debe ser recuperado, especialmente en base a la aplicación de la Ley 17319 (cruel paradoja la que nos toca vivir, donde una norma que fue considerada por Silenzi de Stagni y Alconada Aramburu como el estatuto del vasallaje, nos sirve para defender nuestro petróleo), o b) todos los argentinos; y esta es la opción que han adoptado al actual y el venidero gobierno nacional: no se tocará el modelo y se incrementarán las tarifas en forma previa, en beneficio de promesas de inversión formuladas por quienes en su momento no las concretaron. Consecuentemente, seguiremos siendo el único país del mundo que no cree que los hidrocarburos son bienes estratégicos y que la política hidrocarburifera la deben determinan los petroleros, tales como Repsol, Petrobrás y PAE en consonancia con los intereses de sus respectivos estados extranjeros. Otro hecho negativo en la historia energética, que se suma a el de ser el único país que entregó sus hidrocarburos sin perder una guerra y de haber permitido que hasta el 2002, estando autoabastecidos, paguemos por los combustibles el precio internacional que tiene vigencia en países netamente importadores y con ingresos per-cápita varias veces superiores.

Sin dudas estamos insertos en una gran derrota cultural de la solamente puede salirse con una permanente e inclaudicable militancia. El panorama es desfavorable, tanto por la ideología del gobierno como también por la que muestran los principales agrupamientos políticos y gobernadores que defienden un falso federalismo, serviles ambos a los intereses de las petroleras extranjeras o, lo que es lo mismo, al mantenimiento del modelo energético de mercado. Este es el argumento por el cual señalo que estamos peor que en 1907. Pero si a los trusts internacionales del petróleo pudieron derrotarlos los argentinos ilustres que he mencionado y Franklin D. Roosevelt con su ocupación militar de los yacimientos y la implantación de la regulación integral, Lázaro Cárdenas con su expropiación respetada por F.D. Roosevelt, Evo Morales con su nacionalización y Hugo Chávez recuperando a PDVSA –que había sido factor fundamental en el golpe para derrocarlo- y sus reservas, también podemos hacerlo los argentinos, también es posible recuperar los hidrocarburos que nos pertenecen. Termino manipulando a mi gusto las estrofas de la milonga dedicada a FORJA por el poeta yrigoyenista y militante Homero Manzi:

Mañana, cuando haya sol.
Será libre nuestra América
¡Qué lindo será mañana,
Mañana cuando amanezca!

Gustavo Calleja,Vicepresidente del MORENO,Director del Instituto de la Energía de la Fundación Arturo Illia
Buenos Aires, diciembre de 2007.

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